Si aquella escena inicialmente censurada del Spartacus de Kubrick da título a esta entrada del blog no es porque quiera discutir las bondades o supuestas maldades de la homosexualidad, sino porque es habitual entre la población cinéfila establecer cotos de disfrute e interés. Este prefiere el cine experimental de Stan Brakhage, ese solo ve películas de Marvel, aquel se pone bruto con los melodramas franceses de los años 30, el de más allá solo ve film noir del Hollywood clásico. Y estableciendo estos compartimentos estancos es imposible tener una visión global, completa, amplia, de lo que es el cine.
Naturalmente que es posible que te gusten solo las ostras o solo los caracoles, pero es mucho más enriquecedor disfrutar de ambos sabiendo que son distintos, y por tanto ser capaz de ver con tanto gusto la ciencia-ficción hecha en Hollywood en los años 50 como los ensayos del Grupo Dziga Vertov en los años 60/70, sabiendo que son cosas distintas. Y habría que dar las gracias por ello, porque no hay un único tipo de cine posible en los 120 años de historia cinematográfica que ya llevamos.
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