Mi película favorita de Jean-Luc Godard no es ninguno de sus largometrajes, sino un pequeño ensayo de 11 minutos titulado Lettre à Freddy Buache (Carta a Freddy Buache, 1981). En él, Godard se pregunta, citando a Wittgenstein, si “hemos cometido un error llamando verde al azul”. Y en la búsqueda de ese error conceptual seguirá haciendo cine toda su vida, igual que Alain Tanner buscaba en Dans la ville blanche el error del tiempo que transcurre, o el Louis Malle de Le feu follet buscaba el error de la individualidad o el Eric Rohmer de Ma nuit chez Maud buscaba el error del pensamiento geométrico.
Buscando la imperfección y el error esos maestros, entre otros, se han alejado de la perfección formal y discursiva para encontrar una comprensión del mundo más profunda, y esa es una deuda que nunca les podremos pagar. Con las muertes de Godard y Tanner hace apenas 3 días se me ha despertado una sensación de orfandad, tal vez porque la historia del cine es un cementerio. Pero es un cementerio lleno de bellísimos cadáveres que nos hablan fantasmalmente a diario. Así, Godard y Tanner han encontrado el error de la muerte.
Compartir en Redes Sociales