LA PARADOJA DEL PURITANISMO
Es bien sabido que John Ford era un déspota iracundo en sus rodajes, capaz de golpear salvajemente a sus actores principales, de humillar públicamente a su hermano, de tirar a una piscina a sus actrices. Alcohólico impenitente, ejercía la violencia tiránica con la malicia de quien sabe que tiene a su disposición el poder necesario para ejercerla.
No creo que podamos ni debamos disculpar a John Ford por esos comportamientos, ni en los años 30/40/50 ni ahora en 2022. Pero tampoco podemos ignorarlos, como si fueran aceptables, ni cancelar por entero a John Ford, como si esperáramos que los grandes creadores no tuvieran graves defectos. Lo que sí podemos hacer es asumir la imperfección natural de la condición humana, aceptar a John Ford como un gran creador con unos defectos terribles que nunca deben ser silenciados, y apreciar sus películas en mayor o menor medida. Es fácil de decir, muy difícil de hacer.
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